Los evangelios del Adviento. Mateo 11,11-15



Evangelio segùn Mateo 11,11-15
En aquel tiempo dijo Jesús a la multitud:«En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron.Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga.

Interpretaciòn
Lislie Zaileth Zuniga Pena

Mùsica de fondo
Logic Pro

Meditaciòn
Sr Nella Letizia Castrucci

Meditación 
Entre las figuras bíblicas que caracterizan la época de Adviento se encuentra la de Juan Bautista, que está en el centro del evangelio de hoy. Bautista no está físicamente presente en el relato, sino que está en el centro del discurso de Jesús, que le hace un gran elogio: “el más grande de los nacidos de mujer”. Elogio que a la multitud quizás le haya parecido un poco exagerado, por no decir inapropiado, porque Juan se antepone a personajes como Abraham, Jacob, Moisés, el profeta Elías y el rey David. Jesús, sin embargo, sabe bien lo que dice y con esta expresión quiere dar la dimensión real de Bautista. 

La de Juan es la grandeza de un hombre humilde: una voz poderosa “que grita en el desierto” (Jn 1,23), pero que sabe y quiere disminuir para dejar espacio a la Palabra, a Jesús (cf. Gv 3,30). 

Es la grandeza de un hombre vigoroso, que sin embargo demuestra que sabe bajar de sus expectativas, expresando las dudas que tiene sobre Jesús, de hecho envía a preguntarle: “¿Eres tú el que tiene que venir o tenemos que esperar a otro?” (Mt 11,3). No se da la respuesta por sí mismo, sino que la espera de él. Esta es la grandeza de Juan: una grandeza inmensa, que sin embargo no es suficiente ante una nueva unidad de medida, porque con la Pascua se instaura una nueva economía, la de la salvación, de la que Bautista no forma parte. Hay un famoso cuadro de Miguel Ángel que lo ejemplifica muy bien: el Tondo Doni. El pequeño Juan Bautista está representado, junto con otros personajes irreconocibles, como corona a la Sagrada Familia, pero no en su mismo piso, sino detrás de un muro. Aquí, ese muro es la discriminación entre nosotros y él. Sí, entre nosotros, porque hablando del reino de los cielos, Jesús no quiere referirse a los ángeles, sino a nosotros, que con el bautismo hemos tenido la gran dignidad de convertirnos en hijos de Dios. 

Ciertamente, Juan está muy feliz de ser superado por todos nosotros, pero la pregunta es si nosotros, si soy consciente de que tenemos este inmenso don, y si por lo tanto vivo como hijo del Padre y como hermano de todos. Jesús también me lo está diciendo hoy: “¡El que tiene oídos, escuche!”.

 

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